domingo, 15 de julio de 2012

El Futuro de la Educación Católica



EL FUTURO DE LA EDUCACIÓN CATÓLICA

Es normal que quienes nos dedicamos a la educación digamos convencidos que buscamos la excelencia en nuestra misión. Sin embargo, cuando se trata de una educación católica que debiera privilegiar su misión de colaborar con la construcción del Reino de Dios, es necesario que respondamos la pregunta a propósito de la identidad católica de nuestra misión. ¿Cuál es la especificidad de nuestro modo de proceder? La educación que ofrecernos, aun en el caso de que realmente fuese excelente, ¿cumple los requisitos de una formación que vaya mucho más allá de la que ofrecen las empresas especializadas en este campo y que “venden” un producto a quienes tienen la posibilidad de pagarlo? Estas y otras preguntas fueron analizadas en el Seminario de estudio de la Congregación para la Educación Católica, Dicasterio vaticano responsable de la educación en todo el mundo y en el que tuve la oportunidad de participar el 22 y 23 de junio pasado.

Un polo de discusión que nos ocupó un buen tiempo fue el relativo a la “tensión entre laicismo y fundamentalismo”. Constatamos que existen dos tentaciones extremas: por un lado, el fundamentalismo o integrismo que niega los derechos al hombre en nombre de la ley de Dios y, por el otro, el laicismo o secularismo que niega que la religión tenga un sitio en el espacio público aludiendo a los derechos al hombre. Hemos caído en el extremo de absolutizar, por un lado una especie de estructura enferma de la religión que niega la razón y por el otro, la enfermedad de la razón que niega la religión. En este estado de cosas ¿cuál es el sitio que da la educación a la religión en un mundo multicultural? ¿Se acepta con facilidad el derecho de los padres a elegir un centro académico no solo de excelencia sino abiertamente cristiano, más aun, católico? ¿Se da el mismo tratamiento a una escuela protestante a otra que pretende introducir el Islam que a una que es fiel a la tradición católica?

Asimismo, un problema que debemos resolver es la “tensión entre tecnofobia y tecnolatría”. No podemos cerrar los ojos a la realidad de que hoy cualquier adolescente usa la informática como el medio normal de comunicación. La inmensa mayoría pertenece a una o dos redes sociales, su único medio de comunicación es el teléfono celular o la internet. Obviamente hemos caído en excesos que pueden ser sumamente peligrosos aun cuando por otra parte, es un hecho que se da una atención particular de las ciencias humanas y sociales a la educación. Las técnicas se multiplican y se favorece el acceso a cada vez mayor y mejor información. Es cierto que es una enorme oportunidad pero, al mismo tiempo, es un gran desafío. Podemos, en efecto, caer en la tentación de reducir nuestra comunicación a seguir una especie de recetas o de imponer y multiplicar complicadas reformas educativas que no mejoran los niveles reales de la educación. Podemos olvidar que la educación, mucho más que una técnica, es un arte que debemos preparar y cultivar porque la singularidad de la persona no podrá ser regulada jamás por la técnica, por muy desarrollada que sea.

Un buen educador está llamado a educar sobre el correcto uso de la internet, sobre el sentido verdadero del conocimiento y que la posibilidad de acceder a una información casi infinita, no nos hace mejores. Es imprescindible que sepamos ensenar el valor de jerarquizar la información a la que tenemos acceso, saber discernir y juzgar. Finalmente discutimos enorme desafío: la “tensión entre libertad en la educación y la integración”. De una parte, el Estado tiene el derecho y el deber de buscar la integración de sus ciudadanos en un solo modelo educativo oficial. Pero también en algunos países, cuando los jóvenes o no tienen acceso a una buena educación o ésta es deficiente, debiera respetar el derecho de los padres a elegir la educación de acuerdo a sus convicciones. Por último, no podemos soslayar la “ tensión entre dominio (violencia) y la pérdida de autoridad”. Tristemente, la violencia es muy común en muchos países del mundo como el modo elegido para educar. Se olvida que la violencia engendra violencia tanto de parte del joven como del adulto. 

De ahí que no sea posible aceptar una falsa idea de que toda la autoridad la tiene el educador pues se podría confundir con un poder de dominio. O por otra parte, igualmente peligroso sería creer que el alumno es libre de hacer lo que le dé la gana porque sería correr el riesgo de que se pierda la legítima autoridad de padres y educadores. De aquí que valga la pena aclarar ¿cuál es la concepción de autoridad que se maneja en el ámbito educativo actual?



P. Jaime Emilio González Magaña, S. I.
Domingo 15 de Julio de 2012.

domingo, 8 de julio de 2012

Los Desafíos de la "Emergencia Educativa"



LOS DESAFÍOS DE LA "EMERGENCIA EDUCATIVA". 

El seminario de estudio “Educación: hoy y mañana”, organizado por la Congregación para la Educación Católica, se planteó abordar la problemática de la emergencia educativa partiendo de lo que, en su momento, Jacques Delors presentaba al presentar los desafíos como dos polos en tensión. El primero de ellos fue denominado “Tensión entre lo global y lo local” asumiendo lo que ya S. S. Juan Pablo II había afirmado en su Discurso en la VII Sesión Plenaria de la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales, el 27 de abril de 2001 en el sentido de que "la globalización, a priori, no es ni buena ni mala. Será lo que las personas harán de ella”. Durante el seminario se puso especial énfasis en el hecho de que uno de los principales desafíos consiste en pasar de una mundialización -considerada excesivamente en el plano económico (homo oeconomicus), y, por lo tanto centrada en el tener-, a una mundialización ética y, por lo tanto centrada en el ser, fundamentada en el hombre en su totalidad (homo sapiens et amans). Es un hecho que la educación es sometida tanto a la mundialización como a las leyes del mercado, sin embargo ¿debe ser regulada sólo por ellas? ¿Cuáles leyes regulan los procesos educativos y las instituciones académicas en nuestros días ?

Un segundo polo fue reconocido como la “Tensión entre la unidad y el pluralismo cultural”. Se constata una visión muy difundida del miedo a un neo-colonialismo cultural que inhiba las especificidades. De otra parte, la insistencia unilateral sobre las identidades culturales y nacionales engendran el repliegue sobre ellos mismos, los guetos y la exclusión del otro. Otro aspecto del desafío cultural es el de la continuidad de los tiempos: muchos jóvenes son golpeados por la falta de esperanza y por lo tanto de futuro; cada vez más, también les faltan raíces propias. ¿Cómo educar en un mundo global, respetando las culturas pero también la apertura a una "hermandad universal?" ¿Cómo respeta la educación la continuidad de la transmisión respetando la novedad de cada época? El tercer desafío tiene que ver con la “Tensión entre individualismo y nacionalismo”. Se puede observar cómo el occidente está enfermo de individualismo, mientras tanto otros países se han enfermado de "comunitarismo", bajo forma de nacionalismos, de tribalismos o de sectarismos. ¿Y si una educación global pudiese relacionar al individuo, a la persona, su sentido de pertenencia a un grupo y a la vez su apertura al otro, a todos los otros?

El cuarto fue llamado el de la “Tensión entre tradición y modernidad” y ofreció la posibilidad de que la educación pueda ser considerada entre dos tentaciones, es decir, permanecer en el pasado (tradicionalismo) e idealizar el porvenir (progresismo). La preguntas planteadas han sido: ¿Cómo la educación cultural puede conjugar los tres "éxtasis" del tiempo? ¿Cómo asegurar una continuidad fluida? ¿Cómo conjugar la memoria y la esperanza? ¿Cómo arraigar la esperanza en la memoria, salvando la capacidad de iniciativa? Por lo que se refiere a la “Tensión entre el derecho de todos a la educación y las desigualdades” se asumió, por un lado, la reciente demanda de educación que no deja de crecer por parte de las personas y, por otro, la necesidad de disponer de personal cualificado y competente. Asimismo, se constata la desigualdad de los recursos económicos y del conocimiento. ¿Cómo puede responder la educación a este derecho universal de acceder a ella? ¿Cómo, en un mundo globalizado y solidario, los países más favorecidos pueden ayudar de manera justa a aquellos que lo son menos, respetando su cultura y su especificidad?

El sexto desafío de la educación en nuestros días tiene que ver con la “Tensión entre el dogmatismo intolerante y el relativismo escéptico (hacia la verdad y los valores”). Pudimos caer en la cuenta de cómo, de una parte, algunos intentan no sólo de imponer su visión del mundo, excluyendo otros acercamientos legítimos. Y, de otra parte, nuestro mundo actual rechaza la verdad y la norma ética universales, la intolerancia y la violencia. Se prefiere hablar de "valores" y de "sentidos" antes que de bien y verdad. Lo justo es separado del bien y de la verdad. Como decía el Santo Padre “en una sociedad así falta la luz de la verdad, más bien se considera peligroso hablar de la verdad, es considerado como "autoritario" y se acaba por dudar de la bondad de la vida”.

Además, la verdad a menudo se reduce a la razón utilitarista. De ahí que sea válido preguntarnos ¿Cómo educar a la verdad y a la justicia evitando el doble riesgo del dogmatismo intolerante y la "dictadura" del relativismo? ¿Cómo puede devolver la educación toda su plenitud al logos humano?

P. Jaime Emilio González Magaña, S. I.

domingo, 1 de julio de 2012

VOTAR O NO VOTAR Y PARA QUÉ

VOTAR O NO VOTAR Y PARA QUÉ


Hoy es un día sumamente especial para nuestro país pues se elegirá un nuevo Presidente de la República y otros representantes públicos que, al menos en teoría, deberían vigilar por la paz, el progreso y la justicia de México. De ningún modo podemos esquivar ni hacernos “de la vista gorda” ante la urgente necesidad de expresar nuestra decisión libre y comprometida por el futuro de millones de mexicanos. Más aún, como cristianos, estamos obligados a colaborar para que todo un pueblo pueda ejercer su derecho y obligación en la acción democrática que significa elegir nuestros representantes. Es necesario que seamos muy conscientes de la situación que estamos viviendo antes de salir a la calle, localizar la casilla que nos corresponde y cruzar una determinada boleta porque no se trata solamente de cumplir por cumplir sino que es urgente que lo hagamos consciente y responsablemente.

Las elecciones deberían funcionar como mecanismo de la ciudadanía para castigar o premiar a un partido político según haya ejercido el poder en su período de gobierno, sea el actual o los precedentes; como termómetro para medir la valoración de los ciudadanos sobre el gobierno saliente; para medir la credibilidad en el proceso electoral como mediación pacífica para cambiar o controlar al poder político. Para impedir que los medios de comunicación con su aplastante poderío económico y de control, impongan un candidato que les conviene para seguir usufructuando la posición privilegiada no sólo económica sino política a través de los favores que deberán pagar las personas a quienes hayan ayudado a llegar al poder. Por todo ello, es imprescindible que nos hagamos preguntas semejantes a éstas: ¿Cuáles son los valores que debemos proponer y testimoniar desde la fe? ¿Qué elementos de una elección democrática son acordes con los valores del Reino de Dios? ¿Cuáles son los valores cristianos que hemos de impulsar en un proceso electoral?

Es de vital importancia que reflexionemos sobre las principales características de nuestro contexto como país para saber qué es lo que necesitamos exigir y cómo podemos responder ante las actitudes y propuestas (si las hay) de los diversos candidatos. Hace algunos días, recibí algunas reflexiones de Rita Yadira Díaz Soto, quien es colaboradora en el Colegio del Sagrado Corazón, en San Luis y nos ofrece algunos datos iluminadores. Nos ha tocado vivir uno de los sexenios en los que ha habido un número enorme de muertes por la cada vez más creciente ola de violencia heredada de los errores de gobiernos anteriores. Al cierre del 2011 se hablaba de aproximadamente cincuenta mil muertos de los cuales, muchos sólo cometieron el delito de estar en el lugar y hora equivocados y ser alcanzados por las balas de combate entre el ejército y los cárteles de la droga o grupos delincuenciales relacionados con el narcotráfico. Muchos de los muertos también fueron defensores de derechos humanos, periodistas y activistas sociales, lo que ha generado escándalo internacional.

Para ésta elección vamos a elegir al próximo Presidente de la República, 128 senadores y 500 diputados federales, quienes estarán en funciones durante seis años, trabajando para el pueblo de México. El salario mensual del Presidente asciende a $208,570.92; el de cada uno de los 128 senadores será de $171,444.00. Los “pobres” quinientos diputados recibirán la magra cantidad de $105,378.00. Para que tengamos un dato comparativo con estos salarios que reciben nuestros representantes populares, revisemos el monto del salario mínimo que, en 2012 aumentó 4.2% y según el área geográfica corresponde a los datos siguientes: A: diario $ 62.33, mensual $ 1, 869.90. B: diario $ 60.57, mensual $ 1,817.10 y C: diario $ 59.08, mensual $ 1,772.40.

Como cristianos no debemos permanecer indiferentes y estamos obligados a expresar nuestra opinión crítica y la decisión libre después de orar y reflexionar sobre lo que han ofrecido los candidatos y su postura frente a la asfixiante pobreza de México y la distribución inequitativa de la riqueza, el crimen organizado, las relaciones con otras instancias sociales como la Iglesia. ¿Cuál es la opinión de los candidatos sobre el aborto, los mal llamados matrimonios gay, la seguridad de las familias, etc.? Analicemos detenidamente la situación nacional en este importante día, no olvidemos de pedir la luz de Dios para actuar madura y comprometidamente para conocer lo que Él quiere para su pueblo mexicano. Cuidémonos de optar por la vía más fácil o más llamativa y creer en promesas que no se pueden cumplir. Será mejor que pensemos bien antes de elegir y optar y permanecer vigilantes y activos en la participación ciudadana. Es nuestro derecho y es la esperanza de México.

P. Jaime Emilio González Magaña, S. I.
Domingo 1º de Julio de 2012

domingo, 24 de junio de 2012

UN HUMILDE Y SANTO TRABAJADOR EN LA VIÑA

UN HUMILDE Y SANTO TRABAJADOR EN LA VIÑA


Una voz unánime se ha escuchado en Roma durante la última semana: el Santo Padre es, verdaderamente, un hombre de Dios. En los días previos al VII encuentro mundial de las familias que se llevó a cabo en Milán, probablemente la ciudad más rica de Italia y, sin duda, una de las diócesis más importantes de la Iglesia universal, había una especie de morbo enfermizo por ver las reacciones del Papa. Los medios de comunicación estaban necesitados de seguir usufructuando el escándalo de la filtración de algunos documentos privados del Pontífice. La respuesta de Benedicto XVI ha sido no solo la de un hombre de Estado de primer nivel sino que nos sigue dando ejemplo de lo que debe ser cualquier cristiano sometido a la prueba, a la calumnia y la persecución. Lo he dicho en varias ocasiones y constato que si algo ha caracterizado a este Papa, cuando lo quieren aparecer débil en relación con su sucesor inmediato, es el modo como demuestra una tranquilidad, una paz y una serenidad apabullantes que hace que su figura se afiance y crezca más cada día.

Ha sido criticado por posiciones ideológicas antagónicas; aparentemente, ha sido traicionado por uno de sus colaboradores más cercanos; se han hecho públicos algunos acontecimientos de sacerdotes que han escandalizado al mundo con sus acciones, incluso hay quien ha asegurado que está por presentar su renuncia. Sin embargo, el Santo Padre se mantiene firme y, justo cuando parece que algo más está por estallar, ha mostrado a los pueblos del mundo la razón, la belleza y el poder regenerador del cristianismo. Algunos han dicho que es muy anciano para conducir y renovar la Iglesia y él ha emprendido una labor de purificación desde las entrañas mismas de la Santa Sede. Lo han acusado de que es muy académico para ser entendido por la gente simple y, no obstante, desde que inició su pontificado, el número de los participantes a sus audiencias se ha triplicado. Para quienes han afirmado que es demasiado dogmático para dialogar con la modernidad, su respuesta ha sido la valentía con la que ha dialogado con científicos, ateos, agnósticos universitarios, disidentes y cismáticos, judíos, musulmanes y a todos ha dejado maravillados con su sabiduría.

Para quienes han dicho que es demasiado débil para hacer frente a la traición, a la corrupción, a la pérdida de fe, Benedicto XVI ha salido airoso con la fuerza de su palabra evangelizadora y la contundencia de su testimonio profético. En el VII Encuentro Mundial de las Familias ha demostrado la renovada capacidad del cristianismo para convertir los corazones y dar esperanza a los pueblos del mundo. Cuando somos testigos del modo como todo parece derrumbarse: las finanzas, las ideologías, los ídolos, los partidos políticos, los edificios públicos, las vocaciones, e incluso la fe, el Papa reunió a ochenta mil jóvenes confirmandos y sus catequistas en el estadio “Giuseppe Meazza”. Con valentía, los animó a vivir la santidad como "el camino normal del cristiano", y los invitó a ser "disponibles y generosos hacia los demás, porque el egoísmo es el enemigo de la verdadera alegría". "Sean abiertos a lo que sugiere el Señor –les dijo-, y si los llama a seguirlo ¡no le digan que no!", porque "Jesús llenará su corazón para toda la vida".

A las familias de todas partes del mundo les dijo que el futuro pertenece a aquellos que tienen fe en Jesucristo. A los funcionarios de la administración pública les explicó que para superar la crisis: "no sólo se necesitan decisiones técnico-políticas valientes, sino de aquella ‘gratuidad’ que deben motivar las decisiones de los cristianos. Contra la crisis, la justicia no es suficiente a menos que sea acompañada del amor por la libertad", y es en este contexto que la política debe convertirse en "una forma superior del amor" para las personas y para el bien común”. Es un hecho innegable que Benedicto XVI ha mostrado su determinación firme y serena para dirigir la “barca de Pedro”, iluminando e inflamando los corazones y las mentes del mundo entero. Es un gusto constatar cómo el “humilde trabajador en la viña" como se definió al inicio de su pontificado, ha cumplido su promesa: está podando la viña, haciéndola más libre y fuerte ante los intentos de manipulación y contaminación. Es un anciano, es verdad, parece frágil de cuerpo, también es cierto, pero la manera en que está limpiando la Iglesia, con su deseo firme de volverla transparente y abierta, es algo extraordinariamente heroico.

Los cristianos debemos estar orgullosos de comprobar que –como ningún otro Papa-, ha logrado en tan poco tiempo arrancar de raíz la corrupción de algunas instituciones, cortar las ramas secas y hacer crecer la viña del Señor en medio de tantas dificultades. Probablemente Benedicto XVI no sea del todo carismático pero es, sin lugar a dudas, una bendición de Dios, un hombre santo que no ha tenido miedo a los poderes de este mundo. Con su ejemplo nos está indicando lo que todos tenemos que hacer como Iglesia de Dios: purificar y extirpar lo que no funciona en nuestra vida porque la corrupción, los escándalos y la falta de testimonio no solamente están en la Curia Romana.

P. Jaime Emilio González Magaña, S. I.

lunes, 18 de junio de 2012


EDUCACIÓN: HOY Y MAÑANA

El 15 de enero de 1588 el Papa Sixto V publicó la Constitución Immensa con la que se fundaba la Congregación para las Universidades y los Estudios Romanos, para supervisar los estudios impartidos en las universidades de Roma y otras notables de la época como Boloña, París o Salamanca. La reforma de la Curia Romana de Pío X en 1908, confirmó esta misión y en 1915 recibió el nombre de «Congregatio de Seminariis et Studiorum Universitatibus» y desde entonces es responsable del sector de las escuelas y universidades católicas y eclesiásticas, así como de los seminarios para los candidatos al sacerdocio. En 2015 celebrará su centenario junto con otros significativos aniversarios de algunos importantes documentos que han analizado el tema de la misión educativa de la Iglesia: el cincuentenario de la declaración sobre la educación cristiana Gravissimum educationis así como del Decreto Optatam totius del Concilio Vaticano II, que abordó el tema de la formación sacerdotal. Además, se celebrará el vigésimo quinto aniversario de la Constitución Apostólica Ex corde Ecclesiae dedicada a las universidades católicas en todo el mundo.

El acontecimiento se sitúa ante la constatación de lo que el Santo Padre Benedicto XVI describió en su discurso de apertura del Congreso de la Diócesis de Roma, el 11 de junio de 2007 cuando afirmaba: «hoy, toda obra de educación parece ser cada vez más ardua y precaria. Se habla por lo tanto de una gran "emergencia educativa", de la creciente dificultad que se encuentra en transmitir a las nuevas generaciones los valores básicos de la existencia y de un recto comportamiento, dificultad que implica a la escuela como a la familia y se puede decir a cada organismo que se proponga objetivos educativos sólidos. Podemos añadir que se trata de una emergencia inevitable: en una sociedad y en una cultura que muy frecuentemente hacen del relativismo el propio credo - el relativismo se ha convertido en un tipo de dogma -, en una sociedad así falta la luz de la verdad, más bien se considera peligroso hablar de la verdad, es considerado como "autoritario" y se acaba por dudar de la bondad de la vida -¿Es bueno ser hombre? ¿Es bueno vivir? - y de la validez de las relaciones y los compromisos que constituyen la vida».

Ante esta situación, la Santa Sede ha convocado un primer encuentro de reflexión programado para los días 22 y 23 de junio de este año que se desarrollará en torno al tema: «Educación: hoy y mañana». El Dicasterio ha visto la conveniencia de favorecer una profundización de la cuestión preeminente de la educación así como el poder insistir en un renovado empeño de todos aquellos que, por misión recibida de nuestros superiores, nos vemos implicados de alguna forma en este apasionante apostolado. Como parte sustantiva y preparatoria, la congregación vaticana habrá de definir las líneas claves de un documento llamado Instrumentum laboris o instrumento de trabajo, firmemente convencida de la necesidad de ponerse a la escucha de quienes hemos hecho de los temas educativos la «pasión» de nuestro ser y quehacer, de nuestra búsqueda científica y, sobre todo, de nuestro deseo de poner al Señor Jesús en el centro de nuestra misión apostólica.

En este primer encuentro estarán presentes Michel Camdessus, Presidente del Fondo Monetario Internacional de 1987 a 2000, Mons. Francesco Follo, Observador permanente de la Santa Sede ante la UNESCO, Herman Van Rompuy, Presidente del Consejo Europeo, Piero Cipollone, Director Ejecutivo del Banco Mundial en Italia, Mons. Guy-Real Thivierge, Secretario de la Federación Internacional de Universidades Católicas, entre otros. Las universidades invitadas son: Georgetown, Harvard, Boston College, Loyola, Sorbonne de París, Saint Augustine de Sudáfrica, San Carlos de Filipinas, Sacro Cuore y Lateranense de Italia y, aunque ciertamente indigno, he sido convocado a participar como representante de la Gregoriana. Las líneas de reflexión que estarán a la base de las sesiones de trabajo ponen especial énfasis en los aspectos más relevantes de la educación en el contexto socio-cultural actual y en la perspectiva del futuro. Las sesiones de trabajo han sido distribuidas en tres partes bien delimitadas: 1. La primera es de carácter diagnóstico y su objetivo será presentar la situación de la educación católica en nuestros días. 2. El objetivo de la segunda parte consiste en estudiar, analizar y profundizar los «puntos fundamentales», es decir, aquellos elementos que caracterizan la educación desde la perspectiva de la Iglesia católica. 3. La tercera propone algunas pistas concretas de reflexión, que son también los medios para salir de la situación de emergencia educativa que deberá ser analizada en la primera parte.

P. Jaime Emilio González Magaña, S. I.
24 de Junio de 2012.

domingo, 17 de junio de 2012

El Confesor: campo de acción.

c. El Confesor


El Confesor «es un sacerdote autorizado por el Obispo, que, por su competencia, virtud, discreción y benevolencia, da confianza a los alumnos para que acudan con frecuencia al Sacramento de la Reconciliación».(11) Su labor se desarrolla en el fuero interno de manera sacramental. La libertad de elección del confesor está tutelada en el Código de Derecho Canónico, por lo en este caso no existe la necesidad de notificar al Rector de quien se confiesa o con quien se confiesa.

En este sentido, el Seminario debe garantizar la presencia, al menos un Director Espiritual en la vida interna de la comunidad para favorecer la frecuencia a la confesión. El Código de Derecho Canónico (12) orienta que al menos dos veces al año, el Seminario invitará a otros confesores externos ante los cuales los seminaristas puedan recurrir para recibir el sacramento de la Penitencia . (13)

El Director Espiritual tiene la responsabilidad en el proceso formativo en el ámbito de la Dimensión Espiritual por lo tanto, sus principales funciones son:

• Dirigir y coordinar los diversos ejercicios de piedad y de la vida litúrgica (14), en donde «la Eucaristía sea el centro de toda la vida del Seminario». (15)

• Coordinar a otros sacerdotes autorizados por el Obispo para cumplir el rol de directores espirituales o confesores de los alumnos, con el objetivo de asegurar la unidad de criterios en el discernimiento vocacional. (16)

• Es el principal responsable de la coordinación de la vida espiritual del Seminario y todo lo que concierne a los momentos de oración y de piedad. Por lo que estará atento a una adecuada programación de las actividades como son los ejercicios espirituales, retiros, Eucaristías, etc.

• Motivar al alumno a la frecuencia del sacramento de la reconciliación por medio de las celebraciones penitenciales comunitarias.

• Favorecer el encuentro personal de la dirección espiritual, por lo cual debe estar a tiempo completo a este servicio.

• Salvaguardar la confidencialidad del fuero interno, sacramental o extra sacramental, valorando como sagrado la apertura de la conciencia del alumno.

• Ayudar a los seminaristas a descubrir la relación entre el coloquio espiritual y la confesión sacramental, teniendo cuidado de hacerles entender que la apertura del sagrario de la conciencia lleva a la acusación de los pecados.

• Recomendar la necesidad y la importancia de la confesión frecuente sin olvidar lo establecido jurídicamente tomando en cuenta que se ha concedido al seminarista la libertad total en la elección de su propio confesor. (17)

• Comprometido en ayudar a los seminaristas a entender cuál es la esperanza de su vocación, si se detecta que el camino del discernimiento vocacional no conduce a la meta del ministerio ordenado, debe hacer que esta orientación sea madurada, digerida con tranquilidad y con calma, evitando, en cuanto sea posible que la medida de expulsión del seminario, tomada por parte del Rector, cauce heridas profundas. (18)

• Contar con las necesarias aptitudes para el campo de la Dirección Espiritual, así como en Teología Espiritual y en otras ciencias del conocimiento y guía de las personas, además de contar el mismo con un Director Espiritual. (19)
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(11)Ver CONFERENCIA DEL EPISCOPADO MEXICANO, Orientaciones para la Formación Espiritual en los Seminarios Mayores de México, 161.

(12) «Además de los confesores ordinarios, vayan regularmente al seminario otros confesores; y, quedando a salvo la disciplina del centro, los alumnos también podrán dirigirse siempre a cualquier confesor, tanto en el seminario como fuera de él». CIC 240§1.
(13) Ver CIC 240 §1.
(14) Ver CONGREGACIÓN PARA LA EDUCACIÓN CATÓLICA, Directrices sobre la preparación de los formadores del Seminario, Roma, 4 de noviembre de 1993, 44.

(15) CIC 246 § 1.
(16) Ver CONGREGACIÓN PARA LA EDUCACIÓN CATÓLICA, Directrices sobre la preparación de los formadores del Seminario, Roma, 4 de noviembre de 1993, 44.
(17) Ver CIC 246§4.
(18) Ver PANIZZOLO, Sandro, Il prete e la sua formazione, Edizione Dehoiniane, Bologna,2008, 87-88.

(19)Ver CONFERENCIA DEL EPISCOPADO MEXICANO, Orientaciones para la Formación Espiritual en los Seminarios Mayores de México, 161 y 164.
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NOTA: Esta es la 3ra parte de 3.




sábado, 16 de junio de 2012

El Moderador de la Vida Espiritual

a. El Director Espiritual


El Director Espiritual es una persona nombrada de manera oficial, escogida y enviada por el Obispo para que forme parte del equipo formador del seminario, su labor es cuidar el aspecto de la vida espiritual de los seminaristas, actúa y se mueve en un doble plano:

Sobre el plano comunitario situado en el fuero externo y como animador de la vida espiritual de todo el Seminario le corresponde la coordinación de varios ejercicios de piedad y de la vida litúrgica, también es de su competencia dar a conocer instrucciones sobre la vida espiritual en general y sobre la vida sacerdotal, organizando los tiempos del espíritu para los candidatos al sacerdocio, a menos que el mismo Rector no se avoque a esto.

Sobre el plano personal, en el fuero interno (no sacramental en cuanto tal), como director o acompañante o consejero espiritual de cada los seminaristas que lo hayan elegido como ayuda para la búsqueda de la voluntad de Dios, sobretodo encontrando el discernimiento de la autenticidad de la propia vocación, y como maestro y guía en el Espíritu.

El Director Espiritual, a través del coloquio personal con el seminarista, debe ayudarle a fortalecer su crecimiento en la oración personal y adecuando a su propia vida la fe, pero tiene que evitar caer en una opinión parcial de su vocación, selectiva, intimista, arbitraria, para que pueda impregnar en el candidato un discernimiento claro, logrando un criterio maduro de opción sacerdotal.

Para llevar a cabo esta función sobre el plano personal el Obispo puede designar, y es mejor que así sea, otros sacerdotes. Así se puede responder mejor, y en un modo más adecuado, que sea delegada para tal función, una persona de plena fe que pueda garantizar la unidad de la dirección del seminario y de esta manera, sea asegurada y resguardada a todos y a cada uno la libertad de abrir y manifestar la propia conciencia.

b. El Moderador de la Vida Espiritual

Es un sacerdote escogido libremente por el candidato para la propia formación espiritual, fuera de la personas designadas por el Obispo para la dirección espiritual en el Seminario. Su nombre debe ser notificado al Rector para obtener la aprobación de su elección y para garantizar el principio de libertad de conciencia de los seminaristas ya que su labor está sobre el fuero interno, de esta manera se garantiza no caer en una anarquía de la formación espiritual, que atente contra la unidad de la dirección espiritual conveniente en cada seminario.

La función del Moderador Espiritual es la misma que realiza el Director Espiritual en cuanto a la acción del plano personal. Se diferencia formalmente del Director Espiritual Oficial en dos puntos:

Actúa solo sobre el plano personal y no sobre el plano comunitario; y ser elegido no de manera oficial sino presentado por el Rector al Obispo.

Es elegido por parte del alumno, pero con la aprobación del Rector para el ejercicio de su labor espiritual sobre el seminarista.
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(8) Ver CIC 239§2
(9) «Acostumbren los alumnos a acudir con frecuencia al sacramento de la penitencia, y se recomienda que cada uno tenga un director espiritual, elegido libremente, a quien puedan abrir su alma con toda confianza».

(10) Ver CIC 246§ 4
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NOTA: Esta es la 2da parte de 3